«La chica de la carta» de Emily Gunnis

“Las demás chicas me ven llorar y no hacen nada para intentar consolarme, pues hablar está prohibido y serían castigadas sin misericordia. A veces observo los rostros de las monjas, crispados por el odio mientras golpean a una muchacha escuálida y desvalida, y pienso en cuán infelices deben ser para comportarse de ese modo. Realmente siento lástima por ellas. Ellas son tan víctimas como nosotras; cuánta amargura tienen que soportar. Las monjas son el rostro de esta institución, pero no fueron ellas quienes nos metieron aquí. Fueron nuestros amantes, padres, médicos, sacerdotes y todos aquellos que se supone que deberían cuidar de nosotras quienes nos abandonaron aquí. Si no nos hubiesen dado la espalda, las camas de St. Margaret estarían vacías”.

La chica de la carta, de Emily Gunnis, llegó un día a mi casa por sorpresa, como un regalo de la editorial y con una portada que me llamaba. Uno de mis hermanos, al que no le gusta leer, me dijo que el libro tenía una pinta excelente, y que hasta se animaría a leerlo, y quizás fue esa idea la que me empujó a empezarlo un domingo por la noche, de nuevo cuando me asolaba la nostalgia. Y me curó. Yo, que huía de la soledad de mi casa, quería sentirla de nuevo, necesitaba llegar a cama para reencontrarme con estos personajes y con una historia que me mantuvo alerta durante toda una semana. En ella se habla de un sanatorio para mujeres, ficticio aunque con bases reales, de nombre St Margaret, en el que son internadas chicas jóvenes, embarazadas o con cualquier otra excusa por parte de unos progenitores o parejas que las creían en su posesión. Ahí sobrevive en el año 1956 Ivy Jenkins, una joven embarazada que escribe cartas de amor desesperada a su amado para que la salve y escapen juntos a vivir su amor. Aunque nada de eso sucede, y la realidad se torna cada vez más cruda.

En una trama de actualidad, Samantha Harper, periodista que lucha entre su trabajo absorbente y el cuidado de su hija, se topa con una serie de cartas que la llaman desde el pasado y que la llevarán a resolver un misterio en el que tienen mucho que ver St Margaret y una niña allí recluida en el pasado.

El libro, con una temática de suspense, deja huecos para reflexionar sobre diversos aspectos de la sociedad desde el feminismo, como ocurre con los manicomios y casas de reclusión de mujeres de mediados del siglo pasado o las adopciones ilegales, y la falta de conciliación entre la vida personal y profesional en la actualidad. Y es que, La chica de la carta está escrita con mucha conciencia, algo que se observa también en el hecho de que las protagonistas sean mujeres fuertes, que desencadenan acciones y que no se limitan al papel de acompañantes que estábamos acostumbradas a ver en la literatura y el cine tradicional. 

Destacable es también la fluidez de un texto en el que se combinan muchos formatos: artículos periodísticos, narración en tercera persona y, sobre todo, las cartas, que funcionan como catalizadoras de la acción. Esas misivas que encuentra Samantha nos hacen añorar una forma de escribir sosegada, pausada, a través de la que las personas se comunicaban hace no mucho tiempo. ¿Será un alegato de la autora? 

Ficha técnica

Título: La chica de la carta

Autora: Emily Gunnis

Traducción: Ignacio Alonso Blanco

Editorial: Almuzara

Año de publicación: 2020

Número de páginas: 370

Escrito por

Graduada en periodismo y enamorada de la lectura y la cultura. Porque leer nos hace mejores personas.

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